Sentido Común
Por Luis Gabriel Velázquez
La inteligencia artificial llegó para quedarse, y ahora hasta el bolero de la esquina quiere su “chatbot” para lustrar zapatos. Pero no nos engañemos, esto va más allá de una simple moda tecnológica.
En Puebla, ya hay empresas que están integrando la IA en sus procesos. ¿El resultado? Eficiencia por las nubes y costos por los suelos. Pero ojo, que no todo es miel sobre hojuelas.
Por un lado, tenemos a los optimistas que ven en la IA la panacea para todos los males laborales. Dicen que automatizará tareas tediosas, permitiendo que los humanos nos enfoquemos en lo “verdaderamente importante”. Suena bonito, ¿no? Pero pregúntenle al contador que acaba de ser reemplazado por un software si está de acuerdo.
Por otro lado, están los apocalípticos que juran y perjuran que las máquinas nos dejarán sin chamba a todos. Ya los veo organizando manifestaciones con pancartas que digan “Los robots nos roban el trabajo”.
La realidad, como siempre, está en el medio. La IA sí está transformando el mercado laboral, y a pasos agigantados. Pero en lugar de quitarnos el trabajo, está creando nuevos puestos que ni siquiera imaginábamos hace unos años. ¿Quién hubiera pensado que “entrenador de IA” sería una profesión?
El meollo del asunto está en adaptarse. Aquellos que se resistan al cambio se quedarán atrás, como el taxista que se niega a usar apps de transporte. La clave está en la capacitación continua y en aprender a trabajar codo a codo con la IA, no contra ella.
Y ojo, que esto no es cosa del futuro. Ya está pasando aquí y ahora. En Puebla, empresas como Volkswagen ya están implementando IA en sus líneas de producción. El resultado: mayor productividad y menos errores humanos. Pero también significa que algunos puestos tradicionales están desapareciendo.
La pregunta del millón es: ¿Estamos preparados para este cambio? Porque si no lo estamos, nos va a pasar como a los que se burlaban del internet en los 90’s. Y ya sabemos cómo terminó esa historia.
En fin, la IA en el mercado laboral es como el chile en el mole poblano: inevitable y transformadora. Nos guste o no, ya está aquí. Ahora, depende de nosotros decidir si queremos ser los cocineros o terminar siendo el ingrediente.